Por Jesús Méndez Jiminián
“…es preciso que seamos sinceros a
tiempo para evitar desilusiones
tardías” ~ Minerva
Mirabal en Carta a
Manolo Tavárez
Justo (1954).
A mis tíos
Marcia, Jacobo y Chibú Suero Deñó (In Memoriam), en el 49 Aniversario de la
Guerra de Abril
|
Coronel Francisco Alberto Caamaño |
En la vida de cada ser humano se
producen acontecimientos que resultan imborrables. Sólo el paso del tiempo es
capaz de darles la dimensión justa y colocarlos en su verdadero sitial. En mi
caso particular, voy a referirme, por ahora, sólo a uno que ha marcado mi
rumbo: haber sabido a temprana edad de Francis Caamaño.
A
menudo, siendo yo niño, mis padres, pero específicamente mi madre, me enviaba a
Santo Domingo donde mis tíos Jacobo Moquete y Marcia Jiminián a pasar mis
vacaciones escolares. Para mi aquello era como un bálsamo; llegar desde
Santiago, mi ciudad natal, con aire de pueblo y vecindario familiar, a la
cosmopolita ciudad de Santo Domingo, la “Atenas
del Nuevo Mundo”, y hacer un recorrido por sus hermosos sitios históricos
de más de 350 años de existencia entonces, y escuchar atentamente a mí tía
Marcia hablarme de su historia, era como aprender de una verdadera cátedra
después de yo haber pasado nueve largos meses en el universo de la escolaridad.
La
ubicación de la residencia de mis tíos por aquellos tiempos, era la calle de Santo
Tomás de Aquino esquina Ramón Santana de la ciudad universitaria, exactamente
donde en uno de sus apartamentos viviera en su época de estudiante
universitario el gran líder
revolucionario Manolo Távarez Justo. Aquel apartamento de mis tíos, fue
siempre hogar agradable y mágico para tertulias y encuentros de dirigentes
políticos de izquierda, maestros, líderes estudiantiles, comunitarios y
sindicales, y hasta refugio clandestino para algunos en la época de la funesta
dictadura balaguerista (1966 – 1978). Contando yo entonces con nueve o diez
años de edad, fui testigo de que mi tío Jacobo iba para Londres a realizar
estudios especializados y estaba perfeccionando el inglés con clases
particulares que una profesora iba a darle al apartamento. Escuchaba yo también
entre mis tíos, en sus conversaciones a solas que Francis Caamaño, el Coronel
de Abril, estaba en funciones diplomáticas en la capital inglesa tras la Guerra
de 1965, y que allá, además de ir a estudiar, mi tío Jacobo se encontraría con
él. Recuerdo, como si fuera hoy, todo aquello, tan vivo y emocionante en mi ¡y
todo fue así! Mi tía Marcia luego marchó a Londres, a encontrarse con ellos.
Pero,
no volví a escuchar mas de Francis Caamaño hasta cuando vino al país, en la
gloriosa expedición que lideró desde Cuba, y entró por Caracoles en las costas
de Azua junto a un pequeño grupo de revolucionarios, que venían a liberarlos de
las injusticias del régimen dictatorial de Joaquín Balaguer, en 1973. Mayor fue
en mi la desagradable sorpresa cuando en febrero de ese mismo año, contando yo
con trece años de edad, me enteré por fuentes diversas, de que Francis Caamaño
y casi todos sus camaradas de lucha revolucionaria habían caído en
combate, o habían sido fusilados,
después de ser algunos capturados vivos como fue su caso en particular. ¡Qué
dolor tan grande fue todo aquello para mi, pues, él que tanto era mencionado en
el hogar de mis tíos, se había convertido también, en mi “tío Francis”.
Pasaron
los años, pocos por cierto, y en mi época de estudiante en la UASD, volví
entonces al apartamento de mis tíos, encontrando yo allí, en su espación sala –
comedor, una litografía gigante del “tío Francis” que adornaba sus paredes como
un recuerdo eterno a su memoria, y la fe de que siempre él estaría presente
entre nosotros, y en nuestros corazones aun después de ser brutalmente fusilado
en las montañas del Sur por pusilánimes, que hoy se pasean como si nada por las
calles de nuestro país. Recordaría al “tío Francis” luego, cuando solía conversar largamente y de
forma amena y familiar con su pariente y acompañante fiel de sus luchas patrióticas
Alejandro Suero Deñó, el “tío Chibú”. Aquellas agradables peroratas con “tío
Chibú”, en mi cuarto de estudiante, casi siempre giraban en torno la figura
procera de “tío Francis”, de quien puedo decir que por él me convertí en
dirigente estudiantil universitario y que hoy sigo sus huellas imborrables.
A
cuarenta y un años de la muerte gloriosa de mi “tío Francis”, y a 49 años de la
epopeya de Abril en la que él emergió como un gigante, hoy, vienen a mi
memoria aquellos entrañables recuerdos,
que comparto con ustedes para que no queden en el olvido eterno de un pueblo
con poca memoria histórica.
El
ejemplo de “tío Francis” de seguro, hoy más que nunca, habrá de señalar para
siempre un mejor mañana en la patria de Duarte, aun ultrajada y saqueada por
una “fábrica de ladrones” que no
termina, y en donde no pocos han querido menoscabar la inmensa grandeza de
aquel valeroso soldado de Abril, que se hizo más gigante aun al llegar por
Caracoles, y subir por “las escarpadas montañas de Quisqueya”,
para liberarnos de todas las miserias…
¡Loor siempre a “tío Francis”, y
con él a todos aquellos que han dado lo mejor de sí hasta ofrendar sus vidas,
para un destino mejor de nuestro pueblo! Pues, como bien lo dijo José Martí: “Quien tenga patria que la defienda. Y que
no la tenga, que la conquiste”.
14 de Mayo de
2014.
North Bergen, Nueva Jersey, USA.