lunes, 6 de mayo de 2013

EN LA TUMBA DEL PRESIDENTE ULISES S. GRANT

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                                                   Por Jesús Méndez Jiminián

"Grant es ese, que se ha traído las botas de campaña a la Casa Blanca, y yerra. No hay faena más complicada y sutil que la del gobierno, ni cosa que requiera más práctica del mundo, sumisión y ciencia".~ José Martí (1853-1895)

El mausoleo donde hoy reposan los restos mortales del décimo–octavo Presidente norteamericano, General Ulises S. Grant (1822-1885), y su esposa, Julia Dent Grant, es el más grande construido en ese país. Y constituye una de las visitas obligadas,
en Nueva York, para uno conocer la historia de la Guerra Civil (1861-1865), así como también la figura legendaria del victorioso comandante de las fuerzas de la Unión durante el gobierno de Abraham Lincoln.

El Presidente Grant, han afirmado, gozaba  de una extraordinaria popularidad entre los estadunidenses a la hora de su muerte, acaecida en Nueva York el 27 de abril de 1885, producto de un cáncer en la garganta. Se atestigua, que alrededor de un millón de personas presenciaron aquel cortejo fúnebre.

Cuando Lincoln designó a Grant, en medio  de la guerra, como General en Jefe del ejército de la Unión, a él le tocó dirigir unos doscientos cincuenta mil soldados, que pelearon por la libertad. Grant había peleado antes en la guerra México-estadounidense donde llegó a Capitán, y que él calificara como “la guerra más injusta jamás habida”. Hay quienes apuntan  que esta guerra él aprendió a beber alcohol sin control. La Guerra Civil norteamérica, después de una breve pausa, le llamó de nuevo. Quedaban atrás para Grant, la agrimensura, los billares y los malos negocios en que se envolvió como civil por aquellos años. Renacerían de nuevo en su mundo las artes militares, aprendidas desde muy joven en la academia de West Point.

La figura y el liderazgo de Grant como militar fueron determinantes en los fieros combates de la Guerra de Secesión.
Al Presidente Lincoln llegaron muchas noticias de su valentía  y arrojo. Pero también, de sus grandes borracheras en medio de la guerra. Al enterarse de aquello, Lincoln quiso saber el brandy que bebía Grant, para enviarle a los campos de batalla algunas barricas. ¡Grant no tuvo paz!.

Asesinado Lincoln (1865), la popularidad del General Grant fue en ascenso entre los norteamericanos, que le eligieron para Presidente por dos periodos (1869-1877). Sin embargo, su Administración estuvo salpicada de grandes escándalos, de soborno y corrupción, por las malas artes de sus acólitos. Pero él siguió siendo para el pueblo estadounidense símbolo de grandeza y de libertad. Grant en los negocios fue pésimo. Como político fracasó. En los negocios llegó al borde del precipicio, del que fue “salvado” por Vanderbilt, el magnate ferroviario y de los barcos. La mujer de Grant, Julia, por él llegó a hipotecar sus bienes, para cubrir las grandes deudas en que le metieron sus amigos y socios.

Grant, al ser diagnosticado de cáncer en la garganta, comenzó a escribir sus Memorias (Personal Memories, 1885), logrando vender en su primera tirada alrededor de medio millón de ejemplares. Pero la muerte pronto le arrancó la gloria, y la vida… Los soldados que con él pelearon en la guerra, incluyendo los que le adversaron, desfilaron días antes de su muerte pasando frente a su casa en señal de heroísmo guerrero; con una leve y nostálgica sonrisa Grant mostraba ante ellos, su complacencia y orgullo al recordar aquellos memorables días. ¡Qué grande hombre fue Grant, el miliar! pese a que halcones y rufianes que estuvieron a su lado, le llevaron en osada y descabellada política a conquistar pueblos ajenos.

Hoy sabemos, que tras la muerte del Presidente Grant, el entonces alcalde de Nueva York, William R. Grace, donó el terreno a orillas del rio Hudson, cerca de Harlem, para la construcción de aquel gigantesco memorial diseñado por el arquitecto norteamericano John H. Duncan. Se recaudaron unos 600 mil dólares. “La tumba de granito de 46m de altura está formada por una rotonda abovedada circundada por columnas dóricas, que se elevan sobre una base cuadrada. Sobre la entrada hay una placa inscrita con las famosas palabras de Grant: “Tengamos paz”, flanqueadas por figuras esculpidas de la Victoria y la Paz”.

En el interior de la tumba, de planta cruciforme y construido en mármol de Carrara, se inspira en la tumba de Napoleón, en París. Los mosaicos que hay sobre las ventanas recrean las victorias militares de Grant y la rendición de Lee (Robert L., el valiente militar, líder de los Confederados, n. de j.m.j.) en Appomattox. Una doble escalinata desciende hacia la cripta donde reposan Grant y su esposa, Julia Dent Grant. A la largo de la pared verá los bustos de los generales de  Grant”: William T. Sherman, Phillip Sheridan, Thomas, Ord y McPherson; pero, antes de descender por las escalinatas, en uno de los extremos, se destacan tres banderas norteamericanas, usadas en la guerra, que recuerdan aquellos memorables días.

Ulises S. Grant es hasta hoy el único Presidente norteamericano enterrado en la cuidad de Nueva York,. Este 27 de abril se cumple el 116 aniversario de este gran mausoleo en honor a Grant, que fue inaugurado en 1897 por el Presidente William McKinley. Recordando la gloria del General Grant, José Martí, en unas crónicas que escribió en su memoria, dijo: “El carácter en la paz es más difícil que la fortuna de la guerra”.

Al visitar el mausoleo del General Grant, en Nueva York, el pasado 6 de abril de 2013, comprendí una vez más cuán celoso es el noble pueblo norteamericano de sus héroes, de su historia y de sus recuerdos.



Nueva York, USA.

8 de abril de 2013.

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